martes, 12 de mayo de 2020

Globalización y Educación


Globalización y educación.


Como simples ciudadanos cada vez somos más conscientes de que vivimos en un mundo que se ha globalizado: el fenómeno toca ya todos los aspectos de la vida social, la economía en primer término. Como nunca, los procesos culturales educativos trascienden las fronteras y, apenas sin sentirlo, se “globaliza” también nuestra percepción del mundo. Las nuevas tecnologías y su aplicación al desarrollo de la producción, las finanzas y los servicios, entre otras áreas, han impuesto un ritmo de vértigo a los asuntos humanos.

En sentido estricto (la globalización) es el proceso resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad en tiempo real a escala planetaria. Es un fenómeno nuevo, por lo que sólo en las dos últimas décadas del siglo XX se ha constituido un sistema tecnológico de sistemas de formación, telecomunicaciones y transporte que ha articulado todo el planeta en una red de flujos en los que contra fluyen las funciones y unidades de todos los ámbitos de la actividad humana, junto a ello, como hemos dicho antes, también somos testigos de la globalización de las tecnologías, la información y la comunicación (multimedia e internet). Y, a la vez, observamos la globalización del llamado crimen organizado y la enfermedad. Como individuos y sociedades nos intimidan nuevas amenazas a escala planetaria y éste, al parecer, es sólo el comienzo.
El mito de que la globalización crea países a imagen y semejanza de los más desarrollados tropieza con los hechos objetivos, pues, como dice Ibarra, “la globalización no ha traído consigo, ayer ni hoy, convergencia en escala mundial, aunque registre casos de países afortunados que han ingresado al exclusivo club del primer mundo.


La globalización de las economías y la internacionalización educativa están reflejando cada vez más la mundialización del aprendizaje y de la investigación.
 La idea de que la globalización es un fenómeno uniforme, indeterminado, con repercusiones idénticas en realidades distintas, cabe señalar que el modo cómo éstas se incluyen en la globalización también repercute sobre su futuro, sobre los ritmos y los costos que el cambio trae consigo.
La educación es la principal inversión de infraestructura en la era de la información. Pero la reforma educativa no consiste sólo en mayor escolarización o en introducir Internet en las escuelas. Pasa, sobre todo, por la formación de los formadores, tanto en método pedagógico como en conocimientos especializados y en familiaridad con las nuevas herramientas tecnológicas.... Implica también una utilización de las nuevas formas de enseñanza virtual que aceleran la formación de los formadores y permiten quemar etapas.

Las nuevas tecnologías y su aplicación al desarrollo de la producción, las finanzas y los servicios, entre otras áreas, han impuesto un ritmo de vértigo a los asuntos humanos. En pocos segundos nos enlazamos con países remotos, hablamos e investigamos de un lado al otro del planeta. Tenemos herramientas que nos permiten ver, escuchar y leer en tiempo real lo que se hace, dice o escribe en cualquier parte del planeta; incluso la medicina se vale de ellas para mejorar la calidad de los servicios que los profesionales imparten en cualquier lugar, por aislado que parezca. Lo mismo ocurre en otros campos científicos o humanísticos, cuya disponibilidad favorece, a su vez, la investigación.


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