Globalización y educación.
Como simples ciudadanos cada vez somos más conscientes de
que vivimos en un mundo que se ha globalizado: el fenómeno toca ya todos los
aspectos de la vida social, la economía en primer término. Como nunca, los
procesos culturales educativos trascienden las fronteras y, apenas sin
sentirlo, se “globaliza” también nuestra percepción del mundo. Las nuevas
tecnologías y su aplicación al desarrollo de la producción, las finanzas y los
servicios, entre otras áreas, han impuesto un ritmo de vértigo a los asuntos
humanos.
En sentido estricto (la globalización) es el proceso
resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar como unidad en
tiempo real a escala planetaria. Es un fenómeno nuevo, por lo que sólo en las
dos últimas décadas del siglo XX se ha constituido un sistema tecnológico de
sistemas de formación, telecomunicaciones y transporte que ha articulado todo
el planeta en una red de flujos en los que contra fluyen las funciones y
unidades de todos los ámbitos de la actividad humana, junto a ello, como hemos
dicho antes, también somos testigos de la globalización de las tecnologías, la
información y la comunicación (multimedia e internet). Y, a la vez, observamos
la globalización del llamado crimen organizado y la enfermedad. Como individuos
y sociedades nos intimidan nuevas amenazas a escala planetaria y éste, al
parecer, es sólo el comienzo.
El mito de que la globalización crea países a imagen y
semejanza de los más desarrollados tropieza con los hechos objetivos, pues,
como dice Ibarra, “la globalización no ha traído consigo, ayer ni hoy,
convergencia en escala mundial, aunque registre casos de países afortunados que
han ingresado al exclusivo club del primer mundo.

La globalización de las economías y la internacionalización
educativa están reflejando cada vez más la mundialización del aprendizaje y de
la investigación.
La idea de que la globalización es un fenómeno
uniforme, indeterminado, con repercusiones idénticas en realidades distintas,
cabe señalar que el modo cómo éstas se incluyen en la globalización también
repercute sobre su futuro, sobre los ritmos y los costos que el cambio trae
consigo.
La educación es la principal inversión de infraestructura en
la era de la información. Pero la reforma educativa no consiste sólo en mayor
escolarización o en introducir Internet en las escuelas. Pasa, sobre todo, por
la formación de los formadores, tanto en método pedagógico como en
conocimientos especializados y en familiaridad con las nuevas herramientas
tecnológicas.... Implica también una utilización de las nuevas formas de enseñanza
virtual que aceleran la formación de los formadores y permiten quemar etapas.
Las nuevas tecnologías y su aplicación al desarrollo de
la producción, las finanzas y los servicios, entre otras áreas, han
impuesto un ritmo de vértigo a los asuntos humanos. En pocos segundos nos
enlazamos con países remotos, hablamos e investigamos de un lado al
otro del planeta. Tenemos herramientas que nos permiten ver, escuchar y
leer en tiempo real lo que se hace, dice o escribe en cualquier parte
del planeta; incluso la medicina se vale de ellas para mejorar la
calidad de los servicios que los profesionales imparten en cualquier
lugar, por aislado que parezca. Lo mismo ocurre en otros
campos científicos o humanísticos, cuya disponibilidad favorece, a su vez,
la investigación.

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